lunes, 8 de marzo de 2010

Cine de autor

Ya pasó la gala de los Oscar, "la fiesta más internacional y de mayor repercusión" de esa fábrica de ilusiones que es el cine, que le dicen. Confieso que me la he perdido, y no sé de la gala más que lo oído por la radio, que no ha sido sino loa a los principales premios, sin entrar en detalles ni en premios menores. Como siempre que tienen lugar estos acontecimientos surge el debate sobre el propio cine y cómo debería de ser. Como siempre los incondicionales del cine de autor se rasgan las vestiduras ante las macroproducciones hollywoodienses, de presupuestos hipertrofiados, cuajadas de superestrellas de la pantalla, y de consumo fácil, rápido, cómodo, agradable. Insisten los críticos de cine (nombre acertado debido a que todo lo ponen a caer de un burro) en que eso no es el Cine con mayúsculas, el que de verdad conmueve, el que tiene un mensaje y sabe transmitirlo, etc. Eso dicen y yo discrepo.

Vaya por delante que a mí me encanta el cine de autor. Me he tragado películas europeas de cine de culto sin moderación, sobretodo francesas (Truffaut, Cocteau, Anneaux, Jeunet, ...), italianas (Passolini, Argento, Bertolucci, Fellini, Moretti, ...) y japonesas (Ozu, Kurosawa, Imamura, Miyazaki, ...), pero sin hacerle ascos a nada bueno: una de mis películas favoritas, todos los géneros comprendidos, es la inmortal "El Séptimo Sello" de Ingmar Bergman, aunque al lado "Fanny y Alexander" (también de Bergman) me pareció intragable. Tuve un tiempo en que no podía pasar una semana sin mi ración de ese Cine-con-mayúsculas, porque el resto no merecía la pena, ya que estaba concebido para ser "consumido", y no "disfrutado".

Pero ese tiempo vino y se fue, sospecho que para no volver. No sé cuales habrán sido los escarceos del lector con este género, y en caso de que hayan ido a menos como los míos propios ignoro cual de los múltiples motivos posibles es el que lo ha provocado. En mi caso particular tengo cada vez más claro que se ha debido al papel que ha jugado este tiempo dedicado al cine, y la influencia que este tenía en mi vida.

Me explico: allá en el Rancho Grande, allá en aquella dorada juventud estudiantil en la que vivía me preocupaban grandes temas transcendentales, y me asaltaban lo que en aquel momento eran para mí gravísimos y numerosísimos problemas. Con el tiempo se da uno cuenta de que, si bien algunos de ellos en realidad eran graves y supe tratarlos más o menos adecuadamente, la gran mayoría de ellos no tenían mayor importancia. Realmente tenía mis necesidades básicas cubiertas y ni el paro, ni la crisis, ni la economía, ni la conciliación laboral me afectaban tan directamente. Quiere eso decir que podía permitirme centrar mis atenciones (y temores) en temas más generales y elevados, ya que los terrenales los tenía tan atados que su solución era un presupuesto para mí. De ahí el buscar este cine elevado, que se preocupe de los grandes temas fundamentales de la existencia, que denuncie esos Grandes Temas que la Humanidad tan casual e inexplicablemente ignora: en resumen que llene ese vacío que tenía en el momento. Además la realización, la dirección, la fotografía... esas Películas sí que son de las buenas, y no las "comerciales" (pronúnciese con gesto y voz de estar masticando tentáculos de calamar crudos y fermentados).

Con el tiempo resulta que todos estos grandes temas y preocupaciones que buscaba me encontraron, y pasaron a ser a su vez mi principal preocupación. Uno debe acudir al trabajo todos los días y luchar en la jungla que supone. Navegar entre la hipocresía, la presión, los problemas inherentes al puesto, a la labor desempeñada, a la actividad de la empresa, a las relaciones humanas inevitables. Al tiempo que debe solventar los problemas de la pareja, de la familia, tener ordenada y limpia la casa, el frigorífico lleno, arreglarte con el vecino que no te deja dormir, los problemas de la comunidad de vecinos, que te dé tiempo a ir al gimnasio/baile/macramé, justo a la salida de clase de inglés/francés/ruso/swahilli, mantén tus amistades y vida social mientras tratas de sacar unos momentos al día para tus hobbies (pobre iluso...). Es en ese momento que en cuanto uno puede invertir las dos horas que requiere ver una película, o el tiempo y dinero que supone ir al cine, lo último que desea es llenarse la cabeza con los problemas del mundo mundial y quebraderos de cabeza sobre personalidades complejísimas inmersas en auténticos dramones humanos.

Ustedes perdonen pero no. Hace tiempo que accioné el freno porque me bajo de ese tren. Bastantes problemas, angustias y preocupaciones tengo ya como para traerme más en mis ratos de ocio, o cargarme a la espalda los de los demás. Como dicen en el pueblo "que cada perrillo se lama su pijillo"; o sea que cada cual apechugue con lo suyo, y cada uno en su casa y Dios en la de todos. Para un rato que saco para ir al cine quiero distraerme. Y que me mientan. Que me digan que otro mundo es posible en el que los buenos ganan y los malos se llevan su justo castigo. En el que la tecnología ha cumplido los sueños de la humanidad y aunque haya puesto nuevos problemas estos son interesantes, y excitantes, y merece la pena luchar por ellos. En el que la gente que trabaja duro acaba siendo reconocida y teniendo éxito. En el que seres no humanos han establecido sociedades y culturas distintas en las que es apasionante sumergirse, o sociedades humanas de otros tiempos y lugares merecían más la pena que la actual. Bastante realidad tengo ya doce horas al día todos los días, muchas gracias. Realidad por un tubo. Mis sueños, y sobretodo mis desvelos, están saturados de realidad.

Tengo cada vez más la sensación de que estos prohombres y mujeres del cine, arduos defensores de estas Grandes Causas y vilipendiadores del cine de pacotilla y encefaloplano con el que se atraganta a las masas que lo fagocitan sin mesura, no están tan saturados de realidad como yo. Que viven en esa situación que yo disfrutaba hace años donde en realidad mis necesidades están cubiertas y dispongo de mucho tiempo, por eso me preocupo por los problemas ajenos y del mundo, y me meso las barbas por los negros de Haiti, los niños de Irak, las cabras de Afganistán, la cría del berberecho salvaje y la Paz en el Mundo (o sea). Observación totalmente personal y subjetiva, pero apoyada no obstante por el hecho de haberme dado cuenta de que esas preocupaciones no son las principales de la gente que dificilmente llega a fin de mes y para la que una avería del coche supone meses de desvelo (eso si tienes coche), o la que llega holgadamente a fin de mes precisamente porque se pasa catorce horas al día resolviendo problemas, propios y ajenos, ocupándose de su empresa, o de su departamento, o de su linea de investigación, o de su comercio. Que eso no quiere decir que minusvaloren o nieguen esos problemas, pero sí que teniendo la olla llena para qué vamos a echar más arroz, no sé si me explico. Que la gente en paro, que en estos tiempos es mucha, no creo que hiciera cola a la puerta de los cines para ver "Los lunes al sol" ni aunque la entrada fuera gratis, vamos. Que con la porquería en que se convierte algunos días ya de por sí la vida como para llenarla de más aún en los ratos libres. Eso ya es masoquismo extremo. De forma que prefiero disfrutar con alguna película que destile buen rollo, que tenga final feliz, y que verla me llene de ilusión y ganas de vivir, no confirme mis deseos de pegarme un tiro, o comenzar a pegárlos por ahí (en los casos muy extremos, entiendanme).

Pero como lo cortés no quita lo valiente, el hecho de que el supuesto "Cine" se haya convertido en patrimonio de intelectualoides pseudoizquierdosos, expertos en temas y problemas que lo más cerca que han sufrido es en las páginas del libro sobre el tema que han leído, muy volcados con el pueblo y la pobreza pero viviendo en un chalet de Pozuelo con jardín y piscina propios; este hecho decía no es óbice para que el cine más comercial no esté BIEN HECHO. Sigo sin entender cómo puede venir un chaval recién salido de la academia del cine y con cuatro perras contar una historia que te deja pegado a la pantalla de principio a fín de lo interesante que es la historia, lo coherentes que son las escenas, y lo impecablemente que están realizados los planteamientos, y las superproducciones de chorrocientos millones de dólares no sean capaces de conseguirlo... ¿Dónde cuernos están los guionistas de las primeras películas? ¿qué pasa con los directores? ¿será un tema de que el equipo es tan sumamente grande y aquí opina hasta el apuntador (literal) que es imposible manejar con coherencia la película?

Será. O quizá no. El asunto es que no entiendo cómo parecen estar reñidos los argumentos que la inmensísima mayoría del público quiere y gusta (¿alguien se ha preguntado porqué será?) con la buena realización de las películas. Con unas pocas excepciones honrosas vengo constatándolo en todas las superproducciones, así como en todo el cine "de autor" (¿es que el otro es huérfano de creador? ¿se hace solo?) que se crea últimamente. Señoras y señores, bájense unos de la burra irreal en que están subidos; aprovechen otros los inmensos recursos que tienen a su alcance, produzcamos algo de ese Cine de verdad que, cuando se consigue, aunque sea tan de vez en cuando que nos sorprende a todos que aún sea posible, sigue haciendo que lloremos todos, y nos arranque emociones que no creíamos posibles, y nos levantemos al final de la película y nos destrocemos las manos aplaudiendo, y salgamos del cine con esa sensación de buen sabor de boca tan sospechósamente cercana a la felicidad. Aunque solo sea momentanea. Aunque solo sea una ilusión. Merece la pena.

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