martes, 23 de marzo de 2010

Estrategia: Formación en falange

Me encanta la estrategia. Es que me apasiona. Casi toda la estrategia, y casi todas están muy relacionadas entre sí. Tanto que Miyamoto Musashi (el espadachín japonés más famoso de todos los tiempos para quien no esté familiarizado con el tema) no llamó a su libro "Go Rin no Sho" (El libro de los Cinco Anillos) "Manual de esgrima", sino "Manual de estrategia" porque lo creía más apropiado, ya que todo está interconectado.

Me apasiona de tal manera que mi santa podrá confirmar con resignación que la principal razón por la que tengo un ordenador es poder jugar a los mejores juegos de estrategia. De todos los tipos. La saga Civilization de Sid Meier siempre ha sido de mis favoritas. Me gustan desde los puramente militares, tipo RTS (real time strategy) mata-mata al más puro estilo "Age of Empires", "Warcraft" o "Dawn of War", a la alta estrategia de juegos gráficamente pobres pero enormemente ricos en variables y posibilidades como "Europa Universalis" o "Hearts of Iron". He desarrollado últimamente una afición especial por la saga "Total War". Empecé con el primero de la saga: "Shogun: Total War", y los he jugado todos (Medieval, Rome, Medieval 2, Empire y espero con ansia viva "Napoleon: Total War"). Lo que más me gusta de esta saga es la diferencia entre el mapa de campaña y las batallas. En el primero uno toma decisiones, mueve sus tropas, construye infraestructuras, y realiza la investigación, diplomacia y comercio necesarios. Cuando dos ejércitos que no son aliados se mueven a distancia de ataque se entra en el mapa de batalla, donde se puede ver con todo lujo de detalles el terreno, los ejércitos, las diferentes unidades, e incluso (y es visualmente precioso) cada una de las unidades con su ropas, armas, armaduras, montura, etc. Quisiera hablar, y mucho, de todo esto, pero hoy solo hablaré de la formación en falange que se puede ver en varios de estos juegos.


A pesar de que actuales (es un decir) formaciones políticas hagan torcer el gesto a más de uno al oír este nombre, la falange de verdad es (o era) una formación militar rectangular de infantería, preferentemente de lanceros, en la que los miembros de la primera fila pueden verse apoyados por los de las filas posteriores, debido a la longitud de las lanzas. Me encanta cómo está planteada esta formación en el Rome: TW. La mayoría de las facciones helénicas basan sus ejércitos, de forma bastante histórica, en estas tropas. Las polis griegas vienen representadas por ejércitos de hoplitas (algo discutible ya que en la época de la invasión romana, salvo los testarudos espartanos, los griegos usaban ya más el modelo de falange macedónica) y las facciones helénicas (macedonios, seléucidas y egipcios ptolemáicos) basan sus ejércitos en grandes despliegues de falanges de infantería. De forma igualmente bastante histórica lo normal es que estos ejércitos estén compuestos por levas de piqueros, y solo raramente por falangitas entrenados o unidades de élite, mostrando el declive en la calidad de los ejércitos de los diádocos en comparación a la imparable maquinaria bélica de Alejandro Magno. De forma menos histórica será normal que estas infanterías estén apoyadas por abundantes unidades de caballería y hostigadores, cuando fue justamente la dificultad de encontrar tropas de calidad suficiente lo que llevó a los diádocos, y más tarde a los epígonos, a abandonar las tácticas de armas combinadas y basar las batallas en masivos choques de falanges con poco apoyo extra.


En RTW las unidades forman lo que realmente es un muro de lanzas con varias líneas que hacen muy complicado cualquier asalto frontal. Lo más importante es la maniobra y posicionamiento adecuado de las unidades: si conseguimos crear un muro de lanzas homogéneo que presentar al enemigo lograremos anclar la linea de frente en posición de ventaja. Al principio del juego contra unidades de baja calidad, e incluso de calidad media "estandar" de la mayoría de los ejércitos, incluso las levas de piqueros son capaces de vencer cualquier batalla con un mínimo apoyo o por desgaste de la línea. Más adelante contaremos con el apoyo de infraestructuras y económico como para poner en pié de guerra los ejércitos más sólidos y fiables de falangitas, apoyados por alguna unidad de élite (hoplitas espartanos, piqueros argiráspides, piqueros reales o lanceros del faraón).


Por supuesto lo ideal sería usar las tácticas de armas combinadas para extraer el máximo partido de estas unidades. En este sentido las polis griegas, aunque sus hoplitas no sean tan tácticos como los piqueros, pueden desarrollar con bastante éxito la táctica de desgaste en la que los arqueros griegos minen las filas enemigas mientras los sólidos hoplitas aguantan la línea. Aún más devastadora, si se usa correctamente, es la táctica del martillo y el yunque que pueden desarrollar los helenos. En esta táctica los piqueros anclan la linea del frente mientras la caballería rodea las lineas del enemigo y golpea desde el flanco o la retaguardia. Aquí los macedonios pueden alinear desde los primeros turnos ejércitos de levas de piqueros apoyadas por los velocísimos lanceros a caballo macedonios para dominar a cualquier facción. En momentos más avanzados de la campaña los seléucidas pueden aplastar cualquier infantería bloqueándola con sus falangitas y cargando con sus catafractos, o desorganizar las líneas enemigas con sus elefantes.
























Todo esto es posible porque la falange está bien definida en el juego y puede aguantar cualquier embestida frontal. No hace falta decir que cualquier carga de caballería frontal contra una falange con las lanzas en posición es un completo suicidio, incluso para las caballerías de élite más avanzadas. Comento esto porque en el Medieval 2: TW vuelven las formaciones en las unidades renancentistas de piqueros. Los suizos abrieron de nuevo esta posibilidad al dominar las guerras de religión del Sacro Imperio con sus piqueros que rápidamente adoptaron otras tropas como los lansquenetes germánicos y los schiltrom escoceses; aunque como es sabido los españoles desarrollaron la estrategia de pica y disparo, y sus tercios de infanteria dominaron Europa durante un siglo. Bueno pues es en este juego donde precisamente las unidades de piqueros pierden su "punch", y precisamente por culpa del juego. Solo salen en momentos avanzados de la campaña, en los años renacentistas cuando las armas de fuego hacen su aparición, y casi cualquier facción tiene sus unidades, siendo los mejores los tercios españoles y los piqueros pesados escoceses. La primera mitad de la campaña puebla los campos de batalla de lanceros medievales, con escaso valor militar en general salvo las milicias italianas y poco más. Pero cuando aparecen los piqueros me llevé una mayúscula decepción: son caros, tienen menos hombres que otras unidades de infantería, pero sobre todo son muy poco prácticos.



Ya he comentado que las falanges del RTW pueden mantener el tipo frontal ante casi cualquier unidad, pero los piqueros del M2TW se despliegan en filas donde solo las tres primeras cuentan para el combate, no pueden moverse si están en formación y ni siquiera sus características técnicas son nada impresionantes. El resultado: es complejísimo maniobrarlos en el campo de batalla, y cuando por fín se consiguen posicionar ni siquiera son tan útiles como otras unidades de infantería. Eso de que la caballería pueda realizar una carga frontal contra una unidad de piqueros formados, aguante las pérdidas iniciales y en la subsiguiente melee destroce a la infantería puede conmigo. Si los piqueros no pueden mantener a raya a la caballería ¿entonces para qué diablos sirven? y qué decir de las unidades medievales de infantería pesada con escudo y espada: pasan a través de las filas de lanzas para cortarlas como si fueran de mantequilla. Ni siquiera sirven para resguardar a los arcabuceros y mosqueteros tras sus filas para desplegar la táctica de la pica y disparo. Esto es un handicap muy fuerte del juego, que acaba haciendo que las facciones que basan sus estrategias en otras unidades, como los italianos, los otomanos o los mongoles, tengan bastante ventaja: Las facciones que se basan en potentes infanterías, como los españoles, portugueses y franceses, que históricamente dominaron el mundo con estas unidades, se ven limitados por este mal diseño de las unidades en el juego. Muy decepcionante.

Los piqueros tienen un canto del cisne en el Empire: TW. Sólo aparecen al principio del juego: en cuanto uno desarrolla la bayoneta los fusileros pueden hacer las veces de piqueros igualmente, lo que convierte a estos últimos en obsoletos. No obstante la formación está mejor tratada en el ETW que en el M2TW (irónicamente): las unidades tienen más hombres que las de fusileros, son más móviles y aguantan decentemente cualquier unidad en el combate frontal. Los piqueros zamindari de las civilizaciones indo-persas al llevar armadura son más sólidos que los europeos, pero no obstante son unidades fijas en una época en que lo que cuenta es la movilidad y la potencia de fuego. Contra facciones orientales suelen verse sobremaniobrados por rápidos espadachines o por la caballería, que no tiene más que darles vueltas. Contra los europeos se ven sobrepasados por su potencia de fuego, y o se les envía en extenuantes carreras alrededor de la infantería de linea (que hace que lleguen agotados al combate cuerpo a cuerpo, si es que llegan), o no suelen aguantar las disciplinadas descargas de fusilería europea, perdiendo cohesión y huyendo antes de llegar al encontronazo. Por no mencionar que siempre son muy vulnerables a la artillería, que suele hacer importantes destrozos en los cuadros de piqueros. No obstante insisto en que están mejor tratados en el ETW que en M2TW, en grandes cantidades pueden suponer un problema para cualquier enemigo, y correctamente desplegados mantienen a raya a cualquier caballería, que es la labor principal de los piqueros.

Hasta aquí estas elucubraciones sobre una de las formaciones más usadas en la historia de la infantería, que motivó las formaciones de fusileros incluso doscientos años después de desaparecer. En próximos post comentaré la triple acies romana, profundizaré sobre las armas combinadas o realizaré consideraciones psicosociales sobre aspectos que hasta hace quince años se consideraban puramente estratégicos.

lunes, 8 de marzo de 2010

Cine de autor

Ya pasó la gala de los Oscar, "la fiesta más internacional y de mayor repercusión" de esa fábrica de ilusiones que es el cine, que le dicen. Confieso que me la he perdido, y no sé de la gala más que lo oído por la radio, que no ha sido sino loa a los principales premios, sin entrar en detalles ni en premios menores. Como siempre que tienen lugar estos acontecimientos surge el debate sobre el propio cine y cómo debería de ser. Como siempre los incondicionales del cine de autor se rasgan las vestiduras ante las macroproducciones hollywoodienses, de presupuestos hipertrofiados, cuajadas de superestrellas de la pantalla, y de consumo fácil, rápido, cómodo, agradable. Insisten los críticos de cine (nombre acertado debido a que todo lo ponen a caer de un burro) en que eso no es el Cine con mayúsculas, el que de verdad conmueve, el que tiene un mensaje y sabe transmitirlo, etc. Eso dicen y yo discrepo.

Vaya por delante que a mí me encanta el cine de autor. Me he tragado películas europeas de cine de culto sin moderación, sobretodo francesas (Truffaut, Cocteau, Anneaux, Jeunet, ...), italianas (Passolini, Argento, Bertolucci, Fellini, Moretti, ...) y japonesas (Ozu, Kurosawa, Imamura, Miyazaki, ...), pero sin hacerle ascos a nada bueno: una de mis películas favoritas, todos los géneros comprendidos, es la inmortal "El Séptimo Sello" de Ingmar Bergman, aunque al lado "Fanny y Alexander" (también de Bergman) me pareció intragable. Tuve un tiempo en que no podía pasar una semana sin mi ración de ese Cine-con-mayúsculas, porque el resto no merecía la pena, ya que estaba concebido para ser "consumido", y no "disfrutado".

Pero ese tiempo vino y se fue, sospecho que para no volver. No sé cuales habrán sido los escarceos del lector con este género, y en caso de que hayan ido a menos como los míos propios ignoro cual de los múltiples motivos posibles es el que lo ha provocado. En mi caso particular tengo cada vez más claro que se ha debido al papel que ha jugado este tiempo dedicado al cine, y la influencia que este tenía en mi vida.

Me explico: allá en el Rancho Grande, allá en aquella dorada juventud estudiantil en la que vivía me preocupaban grandes temas transcendentales, y me asaltaban lo que en aquel momento eran para mí gravísimos y numerosísimos problemas. Con el tiempo se da uno cuenta de que, si bien algunos de ellos en realidad eran graves y supe tratarlos más o menos adecuadamente, la gran mayoría de ellos no tenían mayor importancia. Realmente tenía mis necesidades básicas cubiertas y ni el paro, ni la crisis, ni la economía, ni la conciliación laboral me afectaban tan directamente. Quiere eso decir que podía permitirme centrar mis atenciones (y temores) en temas más generales y elevados, ya que los terrenales los tenía tan atados que su solución era un presupuesto para mí. De ahí el buscar este cine elevado, que se preocupe de los grandes temas fundamentales de la existencia, que denuncie esos Grandes Temas que la Humanidad tan casual e inexplicablemente ignora: en resumen que llene ese vacío que tenía en el momento. Además la realización, la dirección, la fotografía... esas Películas sí que son de las buenas, y no las "comerciales" (pronúnciese con gesto y voz de estar masticando tentáculos de calamar crudos y fermentados).

Con el tiempo resulta que todos estos grandes temas y preocupaciones que buscaba me encontraron, y pasaron a ser a su vez mi principal preocupación. Uno debe acudir al trabajo todos los días y luchar en la jungla que supone. Navegar entre la hipocresía, la presión, los problemas inherentes al puesto, a la labor desempeñada, a la actividad de la empresa, a las relaciones humanas inevitables. Al tiempo que debe solventar los problemas de la pareja, de la familia, tener ordenada y limpia la casa, el frigorífico lleno, arreglarte con el vecino que no te deja dormir, los problemas de la comunidad de vecinos, que te dé tiempo a ir al gimnasio/baile/macramé, justo a la salida de clase de inglés/francés/ruso/swahilli, mantén tus amistades y vida social mientras tratas de sacar unos momentos al día para tus hobbies (pobre iluso...). Es en ese momento que en cuanto uno puede invertir las dos horas que requiere ver una película, o el tiempo y dinero que supone ir al cine, lo último que desea es llenarse la cabeza con los problemas del mundo mundial y quebraderos de cabeza sobre personalidades complejísimas inmersas en auténticos dramones humanos.

Ustedes perdonen pero no. Hace tiempo que accioné el freno porque me bajo de ese tren. Bastantes problemas, angustias y preocupaciones tengo ya como para traerme más en mis ratos de ocio, o cargarme a la espalda los de los demás. Como dicen en el pueblo "que cada perrillo se lama su pijillo"; o sea que cada cual apechugue con lo suyo, y cada uno en su casa y Dios en la de todos. Para un rato que saco para ir al cine quiero distraerme. Y que me mientan. Que me digan que otro mundo es posible en el que los buenos ganan y los malos se llevan su justo castigo. En el que la tecnología ha cumplido los sueños de la humanidad y aunque haya puesto nuevos problemas estos son interesantes, y excitantes, y merece la pena luchar por ellos. En el que la gente que trabaja duro acaba siendo reconocida y teniendo éxito. En el que seres no humanos han establecido sociedades y culturas distintas en las que es apasionante sumergirse, o sociedades humanas de otros tiempos y lugares merecían más la pena que la actual. Bastante realidad tengo ya doce horas al día todos los días, muchas gracias. Realidad por un tubo. Mis sueños, y sobretodo mis desvelos, están saturados de realidad.

Tengo cada vez más la sensación de que estos prohombres y mujeres del cine, arduos defensores de estas Grandes Causas y vilipendiadores del cine de pacotilla y encefaloplano con el que se atraganta a las masas que lo fagocitan sin mesura, no están tan saturados de realidad como yo. Que viven en esa situación que yo disfrutaba hace años donde en realidad mis necesidades están cubiertas y dispongo de mucho tiempo, por eso me preocupo por los problemas ajenos y del mundo, y me meso las barbas por los negros de Haiti, los niños de Irak, las cabras de Afganistán, la cría del berberecho salvaje y la Paz en el Mundo (o sea). Observación totalmente personal y subjetiva, pero apoyada no obstante por el hecho de haberme dado cuenta de que esas preocupaciones no son las principales de la gente que dificilmente llega a fin de mes y para la que una avería del coche supone meses de desvelo (eso si tienes coche), o la que llega holgadamente a fin de mes precisamente porque se pasa catorce horas al día resolviendo problemas, propios y ajenos, ocupándose de su empresa, o de su departamento, o de su linea de investigación, o de su comercio. Que eso no quiere decir que minusvaloren o nieguen esos problemas, pero sí que teniendo la olla llena para qué vamos a echar más arroz, no sé si me explico. Que la gente en paro, que en estos tiempos es mucha, no creo que hiciera cola a la puerta de los cines para ver "Los lunes al sol" ni aunque la entrada fuera gratis, vamos. Que con la porquería en que se convierte algunos días ya de por sí la vida como para llenarla de más aún en los ratos libres. Eso ya es masoquismo extremo. De forma que prefiero disfrutar con alguna película que destile buen rollo, que tenga final feliz, y que verla me llene de ilusión y ganas de vivir, no confirme mis deseos de pegarme un tiro, o comenzar a pegárlos por ahí (en los casos muy extremos, entiendanme).

Pero como lo cortés no quita lo valiente, el hecho de que el supuesto "Cine" se haya convertido en patrimonio de intelectualoides pseudoizquierdosos, expertos en temas y problemas que lo más cerca que han sufrido es en las páginas del libro sobre el tema que han leído, muy volcados con el pueblo y la pobreza pero viviendo en un chalet de Pozuelo con jardín y piscina propios; este hecho decía no es óbice para que el cine más comercial no esté BIEN HECHO. Sigo sin entender cómo puede venir un chaval recién salido de la academia del cine y con cuatro perras contar una historia que te deja pegado a la pantalla de principio a fín de lo interesante que es la historia, lo coherentes que son las escenas, y lo impecablemente que están realizados los planteamientos, y las superproducciones de chorrocientos millones de dólares no sean capaces de conseguirlo... ¿Dónde cuernos están los guionistas de las primeras películas? ¿qué pasa con los directores? ¿será un tema de que el equipo es tan sumamente grande y aquí opina hasta el apuntador (literal) que es imposible manejar con coherencia la película?

Será. O quizá no. El asunto es que no entiendo cómo parecen estar reñidos los argumentos que la inmensísima mayoría del público quiere y gusta (¿alguien se ha preguntado porqué será?) con la buena realización de las películas. Con unas pocas excepciones honrosas vengo constatándolo en todas las superproducciones, así como en todo el cine "de autor" (¿es que el otro es huérfano de creador? ¿se hace solo?) que se crea últimamente. Señoras y señores, bájense unos de la burra irreal en que están subidos; aprovechen otros los inmensos recursos que tienen a su alcance, produzcamos algo de ese Cine de verdad que, cuando se consigue, aunque sea tan de vez en cuando que nos sorprende a todos que aún sea posible, sigue haciendo que lloremos todos, y nos arranque emociones que no creíamos posibles, y nos levantemos al final de la película y nos destrocemos las manos aplaudiendo, y salgamos del cine con esa sensación de buen sabor de boca tan sospechósamente cercana a la felicidad. Aunque solo sea momentanea. Aunque solo sea una ilusión. Merece la pena.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Un pensamiento

A todos aquellos que en el mundo fuimos aspirantes a escritores, pretendiéndonos artífices del sentimiento de las musas: No fuimos sino ilustres copistas del pensamiento de cuantos nos precedieron, pergeñando textos de naturaleza propia a la digestión de sus palabras a medio masticar.

lunes, 1 de marzo de 2010

Sociedades futuras

En algún otro post prometí un "desparrame mental sobre como serán las sociedades futuras", y como ambas cosas son de mi agrado, el desparrame mental y las sociedades futuras, me complace retomarlo ahora. Como de desparrame mental se trata, habrá muchas referencias a ciencia ficción (CF) y fantasía, que no dejan de ser ejercicios similares al presente.

Hablo de sociedades y no de sociedad ya que hoy día tenemos muchas sociedades, y no una sola. La aldea global puede que nos esté uniendo más que cualquier política, régimen, guerra o actitud pasada, pero "aunque la información viaje a las estrellas a la velocidad de la luz eso no ha acabado con las religiones, ni con las etnias, ni con los problemas que esto conlleva" (Masamune Shirow - Kokaku Kidotai). Creo que estos "problemas" son inherentes a la humanidad, por mucho que regímenes totalitarios han tratado de erradicarlos la historia nos enseña que solo han conseguido victorias parciales para acabar perdiendo la guerra, y no creo que se eliminen en el futuro. A lo sumo podremos hablar de grupos diferentes, quizá cuando los colonos de marte de tercera generación tomen conciencia de grupo y proclamen su independencia (lo que si confiamos en la visión que Asimov da al respecto en su "Fundación" tarde o temprano SIEMPRE ocurrirá). Quizá sean las estaciones orbitales geoestacionarias, o fijas en puntos de Lagrange al más puro estilo neuromante, las que se consideren grupos diferentes con sus propias reivindicaciones, pero lo que es seguro es que mientras alguien gane algo con avivar la diferencia potenciando un sentimiento de grupo seguiremos teniendo etnias y grupúsculos más o menos disidentes con la generalidad.

Por este motivo creo que las sociedades futuras serán más globales pero al mismo tiempo más celosas de su identidad. El efecto rebote de sentirse parte de un mismo totum revolutum impersonal provocará, como lógico movimiento de defensa, una búsqueda personal de sentirse parte de un grupo reducido de "lo mío". El "piensa globalmente, actúa localmente" evolucionará ya que las comunidades locales cada vez tendrán más margen de maniobra con asuntos propios, pero intuyo que menos en la medida en que sus acciones vayan a tener un impacto global, que visto lo visto van a ser cada vez más.

Creo que el futuro pasa por el espacio. No por el trillado estereotipo de la CF, sino por una simple cuestión de recursos por un lado, y de espacio vital por otro. En el momento en que sea rentable explotar los yacimientos de recursos de otros cuerpos celestes nuestra salida al espacio será inevitable y vertiginosa, y no es un futuro tan lejano. Una vez alcanzado este paso es difícil no establecer un paralelismo con los colonos del S XVI, enviados a otro mundo a través de un largo, costoso y peligroso viaje a través de los oceanos, y de los sentimientos que albergaron hacia las metrópolis que los controlaban. Lo que si queda por determinar es si esos colonos llevarán consigo sus etnias, filias y fobias, creando en otros mundos comunidades paralelas a las de la tierra (como preconizaba el mundo de "traveller") o si el sentimiento de grupo extra-terrestre será más fuerte que anteriores pertenencias étnicas.

En cualquier caso serán sociedades más volcadas en el tema de los recursos: creo que el reciclaje se acabará imponiendo como forma económica y sostenible de gestión. Tanto para economizar la adquisición de recursos necesarios como para garantizar la independencia de la aportación externa de nuevas materias primas. Esto conllevará inevitablemente una mayor conciencia ecológica. Por una lado para garantizar las fuentes de obtención de esos recursos, así como el abaratamiento de su extracción a largo plazo. Por otro el sentimiento de identidad desarrollado entiendo que promoverá el evitar los fallos ocurridos en la Tierra. Máxime si consideramos que, con el tiempo, el desarrollo de un hábitat más favorable a la habitabilidad humana promoverá la terraformación de esos hábitats, con la concienciación hacia la conservación de los mismos ("con lo que nos ha costado crearlos vamos a cuidarlos, que no veáis la maldita roca bañada en SO2 que era esto antes...").

Sin embargo no puedo pecar de ingenuo con estas estimaciones: todo dependerá de cómo evolucionen esta sociedades. Si los recursos se convierten de pronto en fácilmente accesibles en grandes cantidades es de prever un cierto laxismo hacia los mismos (para qué reciclar cuando de "Io" nos llegan miles de toneladas de XXX, y de Venus miles de toneladas de YYY todos los días). El descubrimiento de nuevos recursos puede provocar enormes saltos tecnológicos y sociales, pero si las fuentes no son abundantes provocará como siempre guerras por el control de estas fuentes con escaso miramiento hacia posibles daños colaterales ("Avatar" de James Cameron). Por otro lado no puedo evitar pensar en Murphy, y en cómo si bien esta gestión de recursos y tecnología puede equiparar muchas sociedades y personas sin duda creará nuevas diferencias. Y mucho me temo que las más importantes, las que siempre han existido en toda sociedad, no lleguen a desaparecer por ser inherentes a la condición humana: la existente entre ricos (gente con recursos y contactos) y pobres (gente expoliada, con poca formación y con pocas posibilidades), entre "los nuestros" y "los de fuera" (racismo, xenofobia), entre los distintos mundos (pertencientes a las sociedades dominantes o a las "emergentes" [lo que no deja de ser un tecnicismo para no poner "dominadas", "sin privilegios", "dependientes", "prescindibles"]). Tengo sin embargo el enconado optimismo de pensar que estas diferencias se moderarán, y que el acceso a la información y visión global atemperará al menos el uso indiscriminado del poder inherente a esas diferencias.

La idea final que me gustaría dejar es que aunque todo esto está por ver, claro está, no será sino una evolución de lo que pensemos y hagamos en este momento. Que el futuro se escribe en el presente, que es el único tiempo que podemos vivir, aunque debamos considerar los otros tiempos. Y que demasiado a menudo no queremos considerar ese futuro precisamente por cuanto de hipotético, lejano o fantástico pueda tener, sin darnos cuenta de que lo que ocurra será en una inmensa mayoría fruto de lo que plantemos hoy.