miércoles, 27 de enero de 2010

Los debates aplazados (II parte)

Ayer escribí sobre la necesidad de tener planes integrales y estructurados sobre los que basar las decisiones y acciones a tomar, en concreto sobre el complejo tema de la inmigración. Hoy la realidad me ha golpeado con fuerza otra vez en el alma y no puedo evitar volver a escribir sobre lo mismo.

Se trata en esta ocasión del tema de la política nuclear, con el que nuestros queridísimos hombres y mujeres políticos (iba a poner "miembros y miembras de nuestra clase política" pero un violento ataque de náuseas y deseos irreprimibles de automutilación me lo han impedido) no tienen más remedio que habérselas ahora.

Y estaba yo tan contento porque, para bien o para mal, parecía que las diferentes opciones políticas tenían su posicionamiento al respecto. Pero claro: ahora resulta que hay que hacer cosas de verdad, y nuevamente una cosa es hacer grandes discursos y otra diferente tomar decisiones que se materializarán en medidas muy físicas y concretas, como es el vertedero de residuos nucleares. Esta nueva polémica me ha hecho descubrir el término "nimby", acrónimo en inglés para "not in my back yard" (no en mi patio trasero).

Viene muy al caso porque parece que cuando hace dos años se diseñó la política nuclear de este país se dejaron claras las posturas y las necesidades. Unos abogaron por suprimirla, y otros por potenciarla: no entraremos ahora en este debate, pero baste sabe que al menos se posicionaron. Se debate en el Parlamento y todos de acuerdo en que hace falta un vertedero nuclear (por favor quedarse con lo de todos de acuerdo). Pero hete aquí que ahora hay que decidir el lugar exacto donde se ha de emplazar el bendito cementerio nuclear, y claro: nadie quiere tener una potencial fuente de cánceres, tumores y un posible Chernobyl al lado de casa. Además se acercan las elecciones y nadie quiere asumir el coste político de tomar una decisión tan impopular (quiero las ventajas pero no tener que pagar por los inconvenientes). Y aquí es donde los planes se tuercen y se intenta la cuadratura del círculo:

Los unos (aunque no diga nombre todos saben quienes son) tienen una política de no proliferación y mantenimiento nuclear, pero ahora son los que votaron que sí al cementerio y como están en el poder y tienen que hacer ver que están haciendo cosas quieren sacar adelante la medida a nivel nacional. Ahora: a nivel autonómico no se quiere asumir el coste electoral y se va a sabotear de todas las maneras la decisión para que no se lleve a cabo.

Los otros mantienen una política pronuclear, pero pronuclear en la casa de otro, porque cuando es en la mía la basura me la como yo, y de ahí el "nimby". Y ahora tratan de conseguir el más dificil todavía de ser nacionalmente pronuclear pero localmente antinuclear hasta el punto de expulsar a los del partido que voten a favor del cementerio. Que queréis que os diga: a mí me suena como la gente que va gritando a los cuatro vientos que es superimportante cuidar el medio ambiente pero no recicla su basura porque es un latazo y además el contenedor está dos calles más abajo y paso. O si no que alguien me explique cómo se come que "soy super pronuclear pero voto en contra de que se creen nuevas instalaciones nucleares.

No entraré en detalle en la "presión" (¿chantaje? ¿amenazas?) que con toda impunidad dicen algunos presidentes de comunidades autónomas que ejercerán sobre el Gobierno para que no acepten la candidatura que les han elevado desde algún ayuntamiento de su comunidad. El tema de la descentralización lo dejo para otro post.

La conclusión tristemente es la misma que en mi anterior post. Que resumiendo viene a ser:

1.- Los políticos no se mojan ni en la ducha. Y añado: y si por azar u obligación me tengo que salpicar un poco aplíquese la cláusula de "donde dije digo digo Diego".

2.- Faltan planes integrales para afrontar los problemas. Y cuando alguien parece que los tiene a la hora de la verdad no son coherentes, y tratar de captar el viento con una red, la verdad...

Apuntemos aquí que los planes deben ser suficientemente flexibles como para saber adaptarse a la realidad en la que se deben aplicar, es una característica fundamental. Pero es más fundamental, si es que cabe tal expresión, que sean suficientemente sólidos, coherentes y definidos como para poder sentar unas buenas bases de actuación. Y no confundamos la flexibilidad con el oportunismo: una cosa es adaptarme a las necesidades del momento y otra, muy distinta, es cambiar de postura según me interese en cada momento. O como en el presente tratar de estar repicando y en la procesión de manera descarada. Debemos exigir todos, como fuerzas de la sociedad civil, posicionamientos más claros de los responsables hacia los grandes asuntos. Si los políticos son capaces de resolver problemas son buenos gestores y un gran activo de la Sociedad. Si no son capaces entonces se convierten en parte del problema.

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